El amor es una de las grandes potencialidades humanas, y pese a lo que cabría esperar, de las menos llevadas a la práctica de un modo efectivo. Este artículo no pretende ser una guía aplicada sobre cómo elegir a una pareja adecuada que nos acompañe en nuestras vidas, pero aporta información esencial que os ayudará a ser más libres a la hora de realizar esta elección y, por tanto, a seleccionar mejor para poder disfrutar de una relación sana y duradera y os ayudará a prevenir conflictos en vuestras relaciones de pareja.
¿A quién elegir para mantener una relación sana?
En el presente artículo nos vamos a centrar en el análisis de algunas variables que son relevantes para el desarrollo de relaciones sanas. Resulta evidente que la mayoría de las personas deseamos tener una relación de amor de una manera sana, sin embargo, esto en la práctica supone una dificultad muy grande ya que es difícil que se dé una educación adecuada para algo tan fundamental, esto es algo que no se enseña en el núcleo familiar y, menos aún, en la escuela.
Por tanto, la pregunta sería: ¿qué supone amar de una forma sana? Sin duda, es muy complicado dar una definición que responda con precisión a la pregunta. Sin embargo, y basándome en la obra de Alfred Adler, este autor planteaba que aquellas personas “sanas”, o menos neuróticas, son aquellas que son capaces de alcanzar la plenitud en tres tareas: son capaces de convivir y establecer relaciones sociales, manejan adecuadamente relaciones sentimentales y sus emociones y asumen responsabilidades.
En este sentido, y como punto de partida, es importante señalar que, a su vez, el dominio de estas tres áreas supone poseer y llevar a la práctica con precisión diversas habilidades. Un ejemplo de esto lo vemos en una persona que es capaz de manejar sus relaciones con los demás y además mantiene una adecuada relación de afecto con su pareja, para ambas se necesitaría una buena capacidad de comunicación. Y así con el resto. Por lo que sería recomendable elegir a una persona que cumpla, lo mejor posible, con estas premisas.
¿Por qué es tan importante el comienzo de las relaciones?
A finales del siglo XX, autoras como Esther Thelen, incorporaron a la psicología evolutiva una aportación que nos permite a los profesionales entender la relación de pareja como un sistema dinámico no lineal. Es decir, un sistema complejo, no previsible y cuyos mecanismos están en constante cambio y se influyen mutuamente. Un buen ejemplo sería la relación entre un sádico y un masoquista, donde este último podría influir al primero para potenciar su sadismo o convertirle en dependiente, de forma que necesite al segundo para desarrollar su forma de vivir la sexualidad.
En estos sistemas los condicionantes iniciales suelen tener un mayor peso a la hora de explicar el posible desarrollo de problemas en la relación. Para la mayoría de nosotros seguro que es fácil pensar en una relación donde jamás contemplamos que ésta pudiera volverse destructiva o adictiva. Pero si lo hacemos, a menudo, en esos ejemplos encontramos que la relación empezó con una premisa idealizada acerca de lo importante que es el cuidado incondicional del otro, a expensas del interés propio, o que había unas expectativas acerca de la relación como “nosotros” que luego no pudieron cumplirse.
A menudo, los terapeutas y la gente en general, infravaloran la importancia de cómo comienza una relación. Sin embargo, las expectativas iniciales pueden condicionar en lo que se convertirá esa relación y son cruciales para entender el enamoramiento como un buen mantenimiento o el fracaso de esa relación en el futuro. Otros factores importantes son la similitud entre los miembros de la pareja y, por supuesto, la similitud en relación con el proyecto vital que ambos miembros desean construir.
Aunque, hay que tener en cuenta que las condiciones iniciales no hacen referencia exclusiva al comienzo de la relación, sino también a momentos de cambio en la dinámica de la relación, que tendrán un importante peso a la hora de predecir el éxito o el fracaso de una relación de pareja. Por tanto, seleccionar a la pareja en función de criterios como compartir el mismo proyecto vital, que ambos tengáis unas expectativas realistas de la relación o que vuestra personalidad sea compatible, es una excelente idea.
Evidentemente, este artículo sobre cómo seleccionar a una pareja pretende acercar al lector de una forma didáctica y comprensible la realidad sobre el marco teórico práctico que usamos los profesionales en el abordaje de los problemas en la relación de pareja. De esta forma, la información que aquí aparece está muy simplificada y deja fuera un sinfín de explicaciones y justificaciones teóricas que serían necesarios para entender esta explicación. No obstante, en próximos artículos iremos ampliando la información al respecto, como la importancia de la comunicación.