En la actualidad, el síndrome de Peter Pan es bastante conocido por todos gracias a la identificación con el carismático personaje de Walt Disney de Peter Pan, cuya cinta se rodó en el año 1953. Desde entonces no han faltado los contenidos divulgativos o artículos científicos que le hayan hecho mención. En este artículo te explicamos con todo lujo de detalles qué es, cuáles son sus consecuencias y cómo prevenirlo.
Aunque hay una percepción generalizada por asociar este síndrome con la idea de que “los niños no quieren crecer”, como en la cinta de Disney; en realidad, cuando se habla de este síndrome nos referimos al deseo de algunos jóvenes por quedar libres de responsabilidades y cargas que supondrían afrontar la vida como un adulto.
Determinar las causas por las que esto llega a ocurrir es muy complicado. La hipótesis, en cualquier caso, comprendería múltiples factores y, en general, este síndrome no ha sido estudiado con rigor. No obstante, la suposición más razonable es que los jóvenes con este cuadro habrían padecido un tipo de educación permisiva, libre de normas, una vida de adulaciones y mimos, carente de cualquier frustración. Por estas razones, experimentarían un desarrollo asincrónico entre su físico y su edad mental: mientras que a ojos de cualquier persona habrían alcanzado la madurez, su psique se correspondería con la de un adolescente dependiente, irresponsable, vanidoso, intolerante, intransigente, narcisista e incapaz de mostrar interés genuino por otras personas. En general prefieren socializar con gente más joven, pueden resultar carismáticos e incluso llegar a ser líderes, camuflando sus inseguridades con una aparente confianza en sí mismos. Suelen hacer grandes planes sobre el futuro y fantasear con increíbles proyectos, responsabilizando a los demás de sus fracasos. Aunque sienten temor por la soledad, muchos de ellos acaban llevando vidas solitarias y se sienten incomprendidos, debido al rechazo que generan con el tiempo su egocentrismo y falta de empatía.
Dicho esto, el síndrome de Peter Pan no ha sido reconocido como una enfermedad psicológica propiamente dicha, debido a la falta de evidencia científica que apoye esta idea. Sin embargo, se han observado problemas de autoestima, ansiedad y depresión en quienes lo han presentado. Son frecuentes los problemas de adaptación en el trabajo y en relaciones de pareja, debido a su tendencia a esquivar las responsabilidades. Y en los casos que el síndrome desaparece, con el tiempo, la persona que lo ha padecido se encuentra con una profunda insatisfacción con su vida.
En su defensa debemos destacar algunos factores socioculturales que dificultan el proceso de independizarse y madurar, entre ellos el difícil acceso al mercado laboral y la incorporación tardía de muchos jóvenes. Por otro lado, la sociedad actual dificulta el paso a la madurez, promoviendo la idea de que ser joven es algo muy positivo, convirtiendo en culto el cuerpo joven y mostrando un rechazo cada vez más generalizado a envejecer.
En relación con el tratamiento, este estaría orientado a combatir el déficit de habilidades de afrontamiento fruto de una vida sin desafíos. Es recomendable la terapia de pareja o familiar, dado que las personas de su entorno probablemente estarían reforzando sus conductas. De este modo, el tratamiento incluiría la implantación de reglas, la revisión de premios y castigos que recibiría por su comportamiento, la comunicación familiar o el comportamiento que observa de sus mayores, entre otros componentes.
Realmente es muy interesante, como adultos conocerlo y poder comprender a nuestros jóvenes y/adolescentes, comprender nuestros errores como padres y así solucionarlos con ayuda profesional.